HISTORIA
Lee con atención el siguiente párrafo de “EL MATADERO” de
Esteban de Echeverría.
“…Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los
caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y
salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó
de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias
aguas hasta el pie de las barrancas del Alto. El Plata creciendo embravecido
empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por
sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago
inmenso por todas las bajas tierras…
…Continuaba, sin
embargo, lloviendo a cántaros, y la inundación crecía acreditando el pronóstico
de los predicadores. Las campanas comenzaron a tocar rogativas por orden del
muy católico Restaurador, quien parece no las tenía todas consigo. Los
libertinos, los incrédulos, es decir, los unitarios, empezaron a amedrentarse
al ver tanta cara compungida, oír tanta batahola de imprecaciones. Se hablaba
ya, como de cosa resuelta, de una procesión en que debía ir toda la población
descalza y a cráneo descubierto, acompañando al Altísimo, llevado bajo palio
por el obispo, hasta la barranca de Balcarce, donde millares de voces
conjurando al demonio unitario de la inundación, debían implorar la
misericordia divina…”
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